Fernando
González del Campo Román
APELLIDOS
Y MIGRACIONES INTERNAS EN LA ESPAÑA CRISTIANA DE LA RECONQUISTA
ÍNDICE
I.
Población
anterior a la Reconquista
1.
Paleolítico
2.
Del Neolítico a los iberos
3.
Fenicios y celtas
4.
Cartagineses y griegos
5.
Romanos
6. Judíos (creado
el 9-IV-2004 y actualizado el 12-VIII)
7.
Pueblos germánicos
8.
Musulmanes (actualizado el
12-VIII-2004)
II.
RECONQUISTA
(actualizados
muchos obispados el 8-IV-2004)
1.
Predominio
islámico (711-1034)
a.
Primeros
núcleos de resistencia cristiana (722-855). Nacimiento del apellido patronímico
1) Reino de Asturias
2) Marca Hispánica (Cataluña)
3) Navarra, Aragón, Ribagorza y Pallars (actualizado
el patronímico en -z el 22-I-2005)
4) Condado de Castilla
b.
Nuevas
conquistas y repoblaciones (856-1035). Documentación de otros tipos de
apellidos
1) Predominio
de la repoblación espontánea. De la reconstrucción de León a la aceifa
contra Santiago (856-997)
2) Repoblación
organizada. Primer tercio del siglo XI
2.
Equilibrio
entre musulmanes y cristianos (1035-1212)
a.
De
la división del Califato de Córdoba a la conquista de Graus (Huesca)
(1031-1084)
b.
De
la toma de Toledo a la resistencia almorávide (1085-1117)
c.
De
la caída de Zaragoza a la conquista de Lérida (1118-1149)
d.
Conquistas
bajo la presión almohade (1157-1211). Extensión del uso hereditario
del apellido entre los nobles
3.
Predominio
cristiano (1212-1492). Se va haciendo hereditario el uso del
apellido en toda la sociedad
(Segunda página web de este estudio, http://www.tusapellidos.com/apellidos_migrac2.htm)
a.
De
la batalla de
Las Navas a la reconquista del Guadalquivir (1212-1262)
1) De
Las Navas a la rendición de Valencia (1212-1238)
2) De
la anexión de Murcia a la conquista de Cádiz (1243-1262)
b.
De
la estabilización de la frontera a la toma de Granada (1263-1492)
1) De
la repoblación de Cádiz a la anexión de Sicilia (1262-1397)
2) De
la conquista de las Canarias a la rendición de Granada (1402-1492) (actualizado
el 14-II-2004)
Conclusión
(actualizada
el 9-IV-2004)
ILUSTRACIONES
ampliables
El
Reino de Asturias (739-913)
Conquista
de Andalucía, entre 1230 y 1344
Fernando
González del Campo Román
Raro
es el hombre que en algún momento de la vida no se interesa por sus orígenes:
quiénes eran sus bisabuelos, a qué se dedicaban, de dónde eran... Cuando este
interés se lleva más allá de unas pocas generaciones empieza a crecer un
frondoso árbol que, a menudo, nos saca de nuestra comarca para extenderse por las vecinas,
otras provincias, y aun países y continentes distintos. Sin salir empero de
España, al principio quería resumir y ejemplificar el movimiento de los
apellidos hispanos desde la Edad Moderna hasta nuestros días, para ofrecer un
compendio que ayudase a entender mejor genealogías concretas. Sin embargo,
pronto me di cuenta de que, para poder hacerlo, antes debía sintetizar e
ilustrar el proceso que los llevó a difundirse por la geografía hispana
durante la Edad Media. Y eso es lo que voy a hacer [1].
No obstante, antes aludiré también, con mayor brevedad, al sustrato
poblacional previo a la Reconquista.
I.
Población
anterior a la Reconquista
1.
Paleolítico
Con
un poco de suerte, consultando los archivos civiles y eclesiásticos, los españoles
pueden remontar su genealogía, en muchas de sus ramas, hasta el siglo XVI y aun
finales del anterior. Y en
el caso de familias nobles, a veces hasta la Baja Edad Media. Más allá de esta
época, los orígenes de casi todos los hispanos se funden con los diversos
pueblos que han poblado la Península Ibérica desde la más remota antigüedad.
Desde el inicio del Paleolítico Superior (unos 35.000 años a.C.), grupos de Homo
Sapiens Sapiens –el hombre actual– empezaron a entrar en España
desde Europa y África. Como en el resto de Europa, esta especie humana –el
llamado Hombre de Cro-Magnon– acabó sustituyendo del todo en la Península a
otra especie preexistente: el Homo
Sapiens Neanderthalensis, que vivió en España entre el 100.000 a.C. y el
30.000 a.C. aproximadamente.
De
alguna de las lenguas preindoeuropeas de esos Sapiens
Sapiens, extendidas hacia el norte de Europa desde finales de la última
glaciación (10.000 a.C.), proceden probablemente el vasco –una de las escasísimas
lenguas aglutinantes del Viejo Continente– y sus apellidos (Aguirre, Ochoa [el
lobo], tal vez Velasco y García... [2]).
2.
Del Neolítico a los iberos
Unos
mil años después, hacia el 9.000 a.C., el desarrollo de la agricultura y la
ganadería en el Oriente Próximo –proceso conocido como Neolítico– causó
un aumento demográfico que supuso la inmigración a Europa de nuevos grupos
tribales que, tras colonizar el este y el centro de la costa norte del Mar
Mediterráneo, empezaron a entrar en el Levante español hacia el 4.500 a.C. Los
iberos (ss. VII-I a.C.) que los romanos encontraron en España serían
descendientes suyos, y a la evolución de sus
nombres, a veces a través del latín, hemos de atribuir algún apellido, como
Urraca (antiguo antropónimo), Conejo, tal vez Pacheco…
3.
Fenicios y celtas
Mejor
conocida es la colonización marítima de los fenicios, un pueblo semita
occidental que, a partir de finales del II milenio a.C., estableció factorías
en puntos costeros del sur y del este peninsulares (Cádiz,
población y apellido, procede del púnico gadir,
ciudad fortificada). En la misma época, más o menos desde el año 1100
a.C., tribus indoeuropeas celtas, con armas de hierro, empezaron a cruzar
los Montes Pirineos procedentes de Centroeuropa y se asentaron progresivamente
en zonas de Cataluña, del Valle del Ebro, de la Submeseta Norte y de Galicia.
De
la voz precéltica *carn, piedra,
proceden, por ejemplo, la villa y el apellido coruñeses Carnota [3].
4.
Cartagineses y griegos
Heredera
de la colonización fenicia, a mediados del siglo VII a.C. empieza la cartaginesa
(Túnez) en el litoral del sur y del este ibéricos (Cartagena es heredera de la
Cart-Hadaschat fundada por Asdrúbal
en el siglo III a.C.). Y poco después, desde finales de ese siglo y siguiendo a
los barcos púnicos, compite con ella la de otro pueblo de origen indoeuropeo:
los griegos (su factoría Rhode,
en la costa gerundense, perdura en la villa y apellido Roses).
5.
Romanos
Nuevos
indoeuropeos, romanos en este caso –latinos–, comienzan la conquista (218
a.C.) y colonización de Hispania a fines del siglo III a.C. Dos siglos después,
toda ella, salvo el País Vasco y algunos reductos de astures y cántabros en el
norte, son del Imperio Romano.
Dado
que el latín es la base de los romances peninsulares, los apellidos que
de él proceden, en todo o en parte, son numerosísimos: López (hijo de Lope =
lobo), Romero, Torres… Y son bastantes los nombres de origen romano que hoy
existen como apellido: Antón –tal vez de origen etrusco (latín Antonius)–,
Julián (lat. Iulianus, de Iulius), Sixto (lat. Sixtus, de sextus),
Valentín (lat. Valentinus, de Valentius)...
6. Judíos
A raíz de la destrucción de Jerusalén el 70 d.C, la presencia de judíos –hebreos de Israel– está documentada en la Península Ibérica desde el siglo II. Empezando por sus costas orientales, y a pesar de persecuciones, los judíos peninsulares (sefardíes) fueron formando comunidades en muchos lugares. Algunos de ellos se convirtieron al Cristianismo, en su mayoría por la fuerza; y el año 1492, quienes no lo hicieron fueron obligados a dejar Sefarad (España ), camino de África, Portugal y el Imperio Otomano.
Muchos sefardíes habían adoptado apellidos árabes o romances –que alguna vez recordaban el hebreo– y, tras la expulsión, no parece que quedaran en España apellidos derivados de esta lengua. No obstante, en otros países hay algunos apellidos de origen hebreo que son en parte sefardíes, como Cohen (sacerdote); y otros que, aun siendo de origen romance (ladino) o árabe, como Benveniste (bien viniste) y Bencandil (hijo del candelero), son típicos de sefardíes. Algunos de ellos han vuelto a España recientemente.
7.
Pueblos germánicos
Sin
embargo, a principios del siglo V, empujados por los hunos se adentraron por el
este en España pueblos germánicos (409 d.C.): los suevos, los alanos
–probablemente indoiranios– y los vándalos. Dos años después, empiezan a
entrar también los visigodos (godos del oeste) que, aliados con Roma, vencen a
los suevos y aniquilan prácticamente a los alanos; y el 429 los vándalos
abandonan la Península y se asientan en el norte de África. No obstante, los
suevos consiguieron formar un reino en Galicia y el norte de Portugal que
subsistió hasta su derrota por los godos el 585 [cf.
el topónimo y apellido coruñés Suevos (tres entidades) [4]
y el topónimo lucense Suegos [dos entidades]).
Por su parte, los visigodos fundaron otro reino, independiente de Roma
desde el 475, que abarcaba casi todo el resto de Hispania y parte de la Galia,
exceptuados principalmente zonas del sur y sudeste y las Islas Baleares, en
poder del Imperio Bizantino hasta el primer tercio del siglo VII, y algunos
territorios del norte (astures, cántabros y vascones), mal dominados.
A
los godos debemos apellidos de origen germánico tan conocidos como Fernández
(de Fredenand), González (de Gundisalf),
Rodríguez (de Hrodric)... [5]
8.
Musulmanes
Trescientos
años después de la entrada de los godos en la Península Ibérica, a
principios del siglo VIII, empieza una nueva invasión, desde el norte de África,
que acaba con la monarquía germánica: los musulmanes árabes y moros (o
bereberes) conquistan el reino entre el 711 y el 725 (caída de Nimes en
Lenguadoc), y establecen asentamientos hasta la altura de Lugo, Astorga, León,
Amaya (Burgos), la Bureba y el Alto Ebro. El 740 cruzan también el Estrecho de
Gibraltar tropas sirias, que se asientan básicamente en Andalucía (nombre que
deriva precisamente del que los moros dieron a España: Alandalús, en probable
relación con la Atlántida).
Dada
la gran influencia del árabe en el léxico y la toponimia hispanos, son
muchos los apellidos españoles de origen arábigo, normalmente a través del
dialecto andalusí: Alcalá (al-qalácat, el castillo), Alcalde (al-qadi,
el juez), Jara (ishacra, ídem), Rabal (arrabad, arrabal)... También
hay algunos apellidos de origen árabe, sobre todo en el Levante español y
parte de Andalucía, que
al parecer proceden en su mayoría de moriscos: por ejemplo, Maimó y Bennassar
en las Islas Baleares, Bolufer en el País Valenciano, y Cegrí y Muley en
Andalucía (oriundos del antiguo reino de Granada). Aunque hay que decir que algunos musulmanes usaban nombres o apellidos romances
o romanzados.
II.
RECONQUISTA
En
el desarrollo del tema que nos ocupa, vamos a seguir, cronológicamente, la
división tradicional de la historia medieval de España en tres
grandes etapas: una de predominio islámico (711-1034), otra de equilibrio
entre musulmanes y cristianos (1035-1211), y una tercera de predominio cristiano
(1212-1492) [6].
1.
Predominio
islámico (711-1034)
a.
Primeros
núcleos de resistencia cristiana (722-855). Nacimiento del apellido patronímico
Con
la batalla de Covadonga (Cangas de Onís, Asturias), el 722 empieza en el norte
de la Península, al amparo de la Cordillera Cantábrica, una larga reconquista
y repoblación cristianas de ocho siglos de duración (722-1492), que constituye
la base principal de la actual España.
Conforme
avanzan las fronteras, se extienden hacia el sur la antroponimia y la apellidación
de los reinos cristianos, y nacen nuevos apellidos inspirados en la toponimia de
las zonas conquistadas: León, Castilla, La Rioja, la Ribera navarra, el
Somontano de Huesca, Cataluña…
El
nombre de uno de los primeros reyes de Asturias, Alfonso I (739-757), se hará
con el tiempo uno de los más populares (Alonso, del visigodo Athalfuns).
2)
Marca Hispánica (Cataluña)
También
en el nordeste de la Península, en los montes Pirineos, aparecen focos
reconquistadores. Al sudeste de dicha cordillera, en el norte de la actual
Cataluña, Gerona se entrega a los francos el 785 quienes, con ayuda de nobles
hispanogodos, consolidan un dominio fronterizo o Marca Hispánica: toman Vic y
Cardona el 798 en el norte de la actual provincia de Barcelona y esta ciudad el
801. Así mismo, organizan el territorio en condados: Gerona, Ampurias, Cerdaña
y Besalú en la provincia de Gerona; Osona y Barcelona en la de
Barcelona; y Urgel en el norte de la de Lérida.
[Belló(n)]
Borrell, nombre del primer Conde de Osona (798), que al parecer ya lo era de
Carcasona (Aude), no es raro hoy como apellido en Cataluña y se usó como
antropónimo al menos hasta el siglo XIII. Parece que procede del bajo latín borrellus,
rojizo o o tal vez
verdugo. Su hijo Sunifredo o Humfredo fue conde de Urgel y
Cerdaña (834-c 848), y de Barcelona, Gerona y Narbona, y Marqués de Gocia,
entre el 844 y el 848 aproximadamente. Otro de sus hijos, Oliva, habría sido
conde de Carcasona (†
837) y el tercero, Sunyer, conde de Ampurias y del Rosellón entre el 834 y el
843. Asimismo, un hijo de Sunifredo, llamado Vifredo [10]
y apodado «el
Velloso»,
ocupó también los condados de Cerdaña y Urgel (c 870-897), y los de
Barcelona, Gerona y Besalú (878-897). Como puede verse, tampoco en Cataluña
solía usarse apellido. Si acaso, podía existir una doble denominación, como
parece indicar el nombre Belló(n) Borrell, o añadirse un apodo («el
Velloso»)
al nombre oficial. El hecho de que entre los hijos de Vifredo estuviesen Vifredo
o Borrell, Mirón, Sunifredo, Sunyer y Rodulfo, y entre sus hijas Emón,
Cixilona, Ermisenda y Richildis o María, apunta también el uso, como en
Galicia y Asturias, de muchos nombres distintos, casi todos de origen germánico
en este caso, como corresponde a miembros de la nobleza que se precian de él. Nótese,
sin embargo, que algunos nombres parecen sonar con más fuerza en el patrimonio
onomástico familiar (Borrell, Sunifredo, Vifredo y Sunyer), hecho que será un
paso previo a la aparición del patronímico.
3)
Navarra, Aragón, Ribagorza y Pallars
Paralelamente,
en el oeste de la zona sudpirenaica, los vascones de Pamplona –núcleo del
futuro Reino de Navarra– se independizan de Alandalús hacia el 798.
Los nombres prerromanos de sus jefes, Xemeno y Enneco (Jimeno e Íñigo Arista),
suenan con fuerza desde entonces en la onomástica hispana. Así mismo, en lo
que respecta a los Pirineos, a inicios del siglo IX los condes de Tolosa (en el
sur de Francia) crean e impulsan, en el centro-este sudpirenaico (805-814), los
condados limítrofes de Pallars (Lérida) y Ribagorza (Huesca) [11].
Y en el centro-oeste sudpirenaico, Aznar Galíndez –«Azenari
Galindones»,
otro antropónimo que hará fortuna– logra controlar los valles del Alto
Aragón (noroeste de Huesca), hacia 810-820.
Puede
que Aznar sea una evolución del nombre germánico Isenhard.
Probablemente debido a la complejización socioeconómica de los estados
cristianos, empieza a mostrarse ya en los documentos el uso incipiente del
apellido para distinguir a las personas, particularmente a las de condición
noble; especialmente del patronímico, que en gran parte de España se
formará sufijando el nombre del padre con una zeta precedida por una vocal (a
veces, la última del antropónimo): sobre todo -ez (González, hijo de
Gonzalo), pero también -oz (Muñoz, hijo de Muño), -iz (Ruiz, hijo de Ruy), -az
(Belaz, hijo de Bela) o -uz (Ferruz). Aunque los expertos no se ponen de
acuerdo, puede que este sufijo sea de
origen prerromano, esté emparentado con el eusquera -z, de valor relativo o
modal, y se extendiera a partir de la zona de influencia vascona, comprendida
entre Navarra y el nordeste de Castilla. No obstante, en cualquier caso, en su
consolidación debió de influir también la latinización en -ici del genitivo germánico:
Roderici > Ruiz, Sigerici > Geriz…
Díez Melcón, en Apellidos castellano-leoneses (siglos IX-XIII, ambos inclusive) (p. 224 y s.), hace un interesante análisis cronológico de este tipo de patronímicos. Entre otras cosas, además de constatar que las terminaciones -oz y -uz son las que menos aparecen en los cartularios y las fuentes que estudió, dice que la terminación -az (cf. Díaz y Díez) predominó en el siglo XI. También compara la frecuencia de las terminaciones -iz y -ez (Ansúriz, Ansúrez...), para concluir que la primera prevaleció sobre la segunda en los siglos XI y XII, y que ésta superó a aquélla en el siglo XIII. Esta afirmación es interesante pues, como se verá en el apartado II. 3, fue en este siglo cuando se empezó a hacer hereditario el apellido en toda la sociedad. Tal vez sea ésta la explicación de que los patronímicos en -ez sean los más abundantes.
También alude Melcón al uso de las terminaciones -t y -s en vez de -z en los documentos escritos en aquellos siglos. Afirma que, si bien ya se observa en el siglo X, fue en el XIII cuando alcanzó su mayor frecuencia y que puede deberse a una vacilación en la forma de pronunciar la z.
4)
Condado de Castilla
Simultáneamente,
en la naciente Castilla –que dependía de Asturias–, en tiempos de Alfonso
II Froilaz (hijo de Fruela) se funda el obispado de Valpuesta (804,
Jurisdicción de San Zadornil, nordeste de Burgos) y se repuebla con «foramontanos»
–o sea, habitantes del norte– el mencionado valle de Mena y el de Losa
(Burgos, 814, al sudeste de Cantabria). Además, el conde de la zona de Campoo, Nuño
(o Muño) Núñez «Rasura»,
puebla Brañosera, en el nordeste de Palencia (824). La mayoría de los
colonizadores que refuerzan la población de la primitiva Castilla son vascones
en la zona oriental, y cántabros y godos en el centro y el oeste.
Según
el fuero que el conde Núñez (es
decir, hijo de Nuño) y
su mujer Argilo conceden a los repobladores de Brañosera, en la fecha de su
redacción éstos eran Valero, Félix, «Zonio» (?),
«Christuevalo» (Cristóbal) y «Cervello» (¿Servilio?) con sus familias [12].
Además de Muño («Monnio Nunniz», cf. la variante Núñiz) y su esposa,
firman también la escritura latina «Caballarias»,
que traducen «[el]
Palafrenero» [13];
el sacerdote «Armonio»
o Harmonio, nombre de origen griego; «Monnito»,
que vierten como Munito (?); «Arduga» (¿Arduca o Ardega?); «Zamna»
(?); «Vincentiu»
(Vicencio); «Tellu»
(Tello); Abecza (?) y
Valerio. También, aquí, como en Galicia, Asturias o Cataluña, suele bastar el
nombre, o un apodo (Caballarias), para identificar a la persona. Sólo el
conde –salvo que Nunniz fuera añadido después por algún copista–
usa un apellido, patronímico por más señas, en un intento temprano de indicar
el linaje. De hecho, el nombre Nuño se considera tan importante en su familia
–parece que él era hijo de Nuño Bellídez– que tanto su heredero
principal, «el de Castrojeriz» (882), como el de éste, que será conde de
Castilla (912), se llamarán también Nuño Núñez. Así pues, entre la segunda
mitad del siglo IX y la primera mitad del siguiente asistiríamos al inicio del
recurso, suscitado por la transmisión del poder, a hacer más hereditario el
patrimonio onomástico del linaje.
Paralelamente,
Abderramán II, emir de Córdoba (822-852), introduce en su ejército muchos
eslavos y mamelucos procedentes del centro y el norte de Europa.
b.
Nuevas
conquistas y repoblaciones (856-1035). Documentación de otros tipos de
apellidos
1)
Predominio
de la repoblación espontánea. De la reconstrucción de León a la aceifa
contra Santiago (856-997)
El
844 se producen los primeros desembarcos de los normandos en España quienes,
bordeando la costa hacia el sur, saquean Gijón (Asturias), La Coruña
(Galicia), Cádiz y Sevilla (Andalucía). Ello no obsta para que, pocos años
después, el rey asturiano Ordoño I –¿nombre prerromano?– reconstruya y
repueble León, al sur de Asturias (856), tome Albelda de Iregua en La
Rioja, al sur de Álava (859), y mande a Rodrigo, conde de Castilla, repoblar la
fortaleza de Amaya (oeste de Burgos, 860). Desde mediados del siglo IX hasta
inicios del XI tiene lugar en Castilla y León un amplio proceso de colonización
rural en las áreas reconquistadas, que se basa en la creación de aldeas por
cristianos del norte peninsular o mozárabes del sur.
En
una escritura latina del 919, del monasterio de Sahagún (León), se menciona,
por ejemplo, a «Severo
de Zea»
(Cea, León) y «Severo
de Calceata»
(tal vez Calzada de los Molinos, en Palencia) [14].
Así pues, tal vez con un ligero retraso respecto al patronímico, se documentan
también otros tipos de apellido, en especial el toponímico, como forma
de diferenciar a las personas (sobre todo si llevan el mismo nombre).
También
la repoblación de Navarra y Aragón se basa en esta época en las aldeas, que a
mediados del siglo XI serían en Navarra unas 1040. El poblamiento aldeano
llegará en Aragón a su apogeo a inicios del siglo XII. En Cataluña, que aún
dependía de Francia, el mencionado Vifredo el Velloso (870-889), titular de
cuatro condados, organiza la repoblación de la llanura de Vic (Osona).
En el siglo IX y principios del X se estructura y repuebla los espacios vacíos
o desorganizados hasta los ríos Llobregat y Cardener al este y la Cordillera
prelitoral al sur, mediante la aprisio
de tierras –similar a la presura– por grupos familiares. Más en particular,
entre el 920 y el 1020 aproximadamente, este proceso se intensifica en los
condados de Barcelona, Manresa, Urgell,
Pallars y Berga.
El
954, por ejemplo, «Witardo»
(Guitart) dona tierras en Freixa (Piera, Barcelona), para su cultivo y
reedificación. Entre los pobladores están «Elias»,
«Arifredo», «Cesario», «Ferriolus» (Ferriol), «Mascarone» (Mascaró)… [15]
Nótese que no se consigna aún apellido alguno. Parece que en Cataluña seguía
bastando el nombre, generalmente.
Casi
simultáneamente, durante el reinado de Alfonso III Ordóñez (866-910), los
asturleoneses conquistan, en el norte del actual Portugal, las ciudades de Oporto,
sobre el río Duero (868) [16],
y Chaves (Vila Real, 869). Y el rey fortalece la frontera estratégica del Duero
en la Submeseta Norte, reconstruyendo y repoblando, con mozárabes toledanos,
las poblaciones de Dueñas (Palencia), Zamora (893), Simancas (Valladolid) y
Toro (Zamora, 899). No obstante, estas últimas poblaciones se abandonarán tras
las campañas de Almanzor, visir del emir de Córdoba (997), y no se las
repoblará definitivamente, junto con Tordesillas (Valladolid), hasta mediados
del siglo XI.
Según
Díez Melcón, en un documento del 941 se menciona a Íñigo Meléndez de
Melgar, población ésta que él supone ser Melgar de Abajo o Melgar de Arriba
(norte de Valladolid) pero que, por cotejo con el testigo homónimo del Fuero
apócrifo de Melgar de Fernamental (oeste de Burgos, 950) debe de ser esta
población, o bien la cercana Melgar de Yuso, en el este de Palencia [17].
Si el documento de 941 es auténtico, se trataría de un ejemplo bastante
temprano del uso del apellido compuesto –personal y no hereditario aún–
para identificar mejor a la persona: al elemento patronímico, el más
importante, se une otro toponímico complementario, que concreta el lugar de
residencia, origen o señorío. Meléndez significa hijo de Melendo (variante de
Menendo).
En
la segunda década del siglo X (914), los reyes de Navarra y León conquistan
Monjardín (sudoeste de Navarra); entre el 918 y el 920, Sancho Garcés de
Navarra ocupa parte de la Alta Rioja y, el 923, conquista en la misma zona, con
ayuda del rey leonés y al sur del río Ebro, Nájera y Viguera.
En
el caso de los reyes, puede considerarse que el apelativo territorial (de
Navarra en este caso) y la expresión de su condición (rey), funcionan en parte
a menudo como elementos cognominativos, del mismo modo que cuando, de un
pechero, se dice que por oficio es herrero o pastor. Y lo mismo pasaría con los
obispos.
En
una escritura en latín del 921 del libro gótico de San Juan de la Peña (Jaca,
noroeste de Huesca) aparece como testigo, verbigracia, «Fortunio de Caparroso»
(Fortún o Fortuño; Caparroso es una población del sur de Navarra) [18].
Y en otra de 981 del Becerro menor del Monasterio de Leire (Yesa, este de
Navarra), figuran entre los pecheros del cercano Apardues (Urraul Bajo, Navarra)
«Ayta Garcia de Aguirri» (variante de Aguirre, nombre de al menos varias
poblaciones vizcaínas) y «Fortunio Sanctionis de Indurain» (Fortuño Sánchez
de Induráin, entidad de Izagaondoa, también en el este de Navarra) [19].
Aita significa padre en vascuence. Reaparece aquí la tendencia a
apellidarse principalmente con el nombre del padre y a añadir a veces, cuando
convenga, un elemento cognominativo complementario, toponímico, que especifique
el lugar de residencia, origen o jurisdicción. No en vano, hacia el año 2000,
los dieciocho apellidos más frecuentes en España eran todos patronímicos, muy
por delante de los toponímicos, apódicos, de oficios, etc. [20]
A
pesar de las conquistas, a finales del siglo IX el rey de León paga un tributo
anual al califa de Córdoba. Gracias a Almanzor, el poder musulmán en la Península
alcanza el cenit. De las correrías del 997 contra Santiago de Compostela –a
donde se había trasladado en la práctica la sede espicopal de Iria entre el
952 y el 970–, el visir se lleva como trofeo las campanas de la catedral.
2)
Repoblación
organizada. Primer tercio del siglo XI
A
partir de la siguiente centuria, la XI, en muchas zonas de Castilla y León
aumenta la gran propiedad rural, sobre todo en favor de algunos monasterios,
como los de Celanova (Orense), Sahagún (León), Oña (Burgos) y San Millán de
la Cogolla (La Rioja). El crecimiento demográfico sostenido hace que la presura
sea sustituida por una colonización organizada (pueblas y repartimientos), y
aumentan los campesinos que trabajan para señores (solariegos, hombres de
behetría). Paralelamente, desde mediados del siglo se produce un renacimiento
del mundo urbano (Burgos, León, Lugo, Oviedo), y el Camino de Santiago entre
Navarra y Galicia se convierte en vía de penetración de muchos inmigrantes «francos»
(franceses y europeos en general, entre 1075 y 1180 aproximadamente).
Son
bastantes las poblaciones que se llaman Francos en Galicia: al menos veintiuna. También hay dos Francos en Asturias,
sendos en Cantabria, Salamanca y Segovia, un
Rufrancos en Burgos (Río [de] Francos) y un Valdefrancos en
León (Valle de Francos). Así mismo son bastantes, sobre todo en la mitad norte de España,
las entidades que recuerdan –a veces interrelacionadas en una misma zona– la colonización
o la presencia de otros pueblos hispanos y aun de allende
los Pirineos: Aragoneses
(Segovia);
Asturianos (Zamora) y Astureses (Orense); Bascones (Burgos, Palencia y
Asturias), Bascos (Lugo y Orense) y Vascos (Orense); Bercianos (tres en Zamora y
dos en León) –del Bierzo–; Castellanos (Burgos, Zamora, Ávila, Salamanca,
León y Madrid); Cembranos (León) –zamoranos–; Faramontanos (Zamora) y
Faramontaos (Orense y Lugo) –foramontanos o montañeses–; Gallegos (Asturias, Ávila,
Segovia, Zamora, León, Salamanca…) y Galegos (La Coruña, Lugo y Pontevedra); Gascones (Madrid); Moriscos (Ávila,
Salamanca…) y Mouriscados (Orense y Pontevedra); Godos (La Coruña,
Asturias y Pontevedra);
tal vez Mozárbez y Mozarvitos (Salamanca) –mozárabes–; Naharros (Salamanca, Guadalajara y Cuenca) y Narros (Ávila,
Salamanca, Soria y Segovia) –navarrros–; Navianos (dos en Zamora uno en
León) –de Navia, tal vez la asturiana–; Provensals (Baleares) –provenzales–;
Toldaos (Lugo) y Toldanos (León) –toledanos–; Vizcaínos
(Burgos), etc. [21]
Tras
las victoriosas campañas del citado Almanzor (977-1002), quien hizo retroceder
temporalmente las fronteras cristianas en Portugal, León, Castilla y Cataluña,
los catalanes atacan hacia el sudoeste la frontera de los ríos Segre y Ebro
(Tarragona, 1016), y siguen avanzando por éste durante el condado de Berenguer
Ramón I (1018-1035). Las tierras reconquistadas se organizan sistemáticamente
mediante aprisiones, sobre todo en los condados de Urgel (Áger y Balaguer) y
Barcelona (Campo de Tarragona).
El
hijo de ese rey (Ramón Berenguer I), dio, por ejemplo, a Mir Foguet y Bernat
Llop (¿1038?) los cerros cercanos de Forés y de Anguera (Sarral), para que
alzasen en ellos sendos castillos en la frontera (Conca
de Barberà, Tarragona) [22].
Foguet, probablemente de Folguet [23],
y Llop, equivalente a Lope[z], son apellidos bien afincados hoy en territorio
tarraconense. No obstante, sin excluir que algún representante actual de estos
apellidos en la zona descienda de esos nobles, ello no quiere decir que fuesen
ya apellidos hereditarios, antes bien, puede deberse, simplemente, a que los
repobladores en parte compartían el patrimonio onomástico de los nobles y en
parte lo imitaban. Es posible que Mir Foguet sea la persona homónima que fuera
hijo de Miró d’Hostoles, señor del castillo de este nombre (Sant Feliu de
Pallerols, Gerona).
A
partir del 1005, los obipos titulares de la antigua sede de Huesca empiezan a
residir en Jaca (noroeste de Huesca), donde fijan su residencia el 1063
2.
Equilibrio
entre musulmanes y cristianos (1035-1212)
a.
De
la división del Califato de Córdoba a la conquista de Graus (Huesca)
(1031-1084)
La
disgregación del califato cordobés en taifas o reinos independientes (1031)
favorecerá la expansión de los estados cristianos. El rey de Navarra, García
Sánchez, ocupa Calahorra (La Rioja), al sur del Ebro, ayudado por
castellano-leoneses y aragoneses (1045).
En
un documento latino cuatro años posterior a su conquista se menciona ya a «Sancio
Fortuniones de Calafuerra» (Sancho Fortuño de Calahorra) [24].
Aunque el apellido compuesto no sea privativo de la nobleza, es ella la
que más lo usa, para señalar su solar de origen o el de su primera jurisdicción.
Por
otra parte, en la misma época, el rey de Aragón Ramiro I Sánchez avanza por
el norte de la provincia de Huesca (Sobrarbe) con la toma de Santa María de
Buil (Aínsa) y Morillo de Monclús (La Fueva, c 1050).
«Nunno
Veila de Scalone» (Nuño Vela de Escalona [entidad de Puértolas, norte de
Huesca]) es mencionado en un documento de 1076 del citado monasterio de San Millán
[25].
Vela es un nombre personal de origen prerromano, convertido aquí en patronímico.
Mientras,
dirigidos por el conde de Barcelona Ramón Berenguer I –Berenguer es aquí
apellido, por ser el nombre del padre–, los catalanes conquistan Àger
(1050) y Camarasa (definitivamente en 1063), en el centro de la provincia de
Lérida.
Ese
primer año, el conde confia el castillo de Camarasa al vizconde Arnau Mir de
Tost. Mir es un patronímico de origen germánico, tal vez visigótico (mir =
insigne, famoso) y Tost es una entidad del municipio de la Ribera d'Urgellet, en
el nordeste de Lérida.
Poco
después, en el norte de Portugal, el rey de Castilla y León, Fernando I Sánchez,
conquistaba al sur del Duero Viseo y Lamego (1057-1058), y en el centro-oeste, a
orillas del río Mondego, Coímbra (Portugal, 1064). Permanecieron en
esta ciudad muchos mozárabes.
Unos
años después, en 1072, sus hijos Alfonso VI de León, apoyado por Pedro Ansúrez
–conde de Carrión (Palencia)– y su hermano Gonzalo, y Sancho II de
Castilla, cuyo alférez era Rodrigo Díaz de Vivar, se enfrentaron en la batalla
de Golpejera [26],
en que el leonés fue vencido temporalmente (1072). Ansúrez significa hijo de
Assur, y Vivar es un pueblecito de Burgos (municipio de Quintanilla-Vivar),
donde Rodrigo Díaz –hijo de Diego o Dia(go) Laínez, señor de Vivar–, nació
y tenía su solar. Como vemos, sigue vivo en Castilla –sin «fosilizarse»
haciéndose
hereditario– el uso del patronímico para indicar la filiación directa de la
persona (fulano, hijo de mengano).
El
1075 se tralada de forma definitiva la sede episcopal de Oca (Burgos) a esta
ciudad, cuya sede se había restaurado a mediados del siglo XI. Desde el último
tercio de éste se repuebla además las tierras allende el Duero: Sepúlveda
(Segovia, fuero de 1076), Íscar (Valladolid, 1086), Cuéllar, Coca (Segovia),
Olmedo (1090), Medina del Campo y, ya en el siglo XII, Tordesillas (Valladolid).
Durante
el condado conjunto de Ramón Berenguer II y Berenguer Ramón II (1076-1082),
los catalanes –desvinculados ya de la autoridad franca– continúan
repoblando el condado de Urgell
(Lérida) y afianzando la repoblación del nordeste de Tarragona.
El
1082, por ejemplo, el abad Andreu de Sant Cugat del Vallés (Barcelona) da el
castillo de Sant Vicenç de Calders (Bajo Penedés, Tarragona) a Ramón Maier («Mager»),
a su mujer Ahalez («Ahales»)
y a su hermano Geral («Gerallo»)
[27].
Ambos nombres de varón son de origen germánico y el apellido parece un patronímico
de igual procedencia.
Desde
comienzos del siglo XII se promueve también en Cataluña los centros urbanos
–Barcelona, Perpiñán, la Seu d'Urgell–,
y se funda también vilas novas: San
Juan de las Abadesas (Gerona), San Pol de Mar (Barcelona), San Feliu de Guíxols,
Besalú (Gerona), Vilafranca de Conflent (fines del XI), Vilafranca del
Penedès (Barcelona, 1151), Torroella de Montgrí (Girona,
fines del XII)…
b.
De
la toma de Toledo a la resistencia almorávide (1085-1117)
Por
su parte, el rey de Aragón, Sancho Ramírez, toma Ayerbe y Graus (Huesca,
1084), y el año siguiente cae en manos de Alfonso VI de Castilla y León
(1065-1109) la antigua capital de los visigodos: Toledo. Se restaura su
sede episcopal, que en 1086 pasa a ser cabeza de la provincia eclesiástica de
Castilla. La frontera con Alandalús baja hasta el Tajo, en el centro de la Península,
y se hace necesario defender los pasos del Sistema Central, poblando ciudades
estratégicas como Segovia y Ávila (desde 1088), y Salamanca (desde 1100). A
cada ciudad se dota de amplísimos territorios para su posterior colonización.
Entre
los mejores colaboradores del rey estuvieron Álvar Háñez o Fáñez, pariente
del Cid; el conde Pedro Ansúrez, señor de Valladolid; y García Ordóñez,
conde de Nájera (hijo de Ordoño Ordóñez). Háñez significa hijo de Han (apócope
de Iohan [Juan]).
Así
mismo, se empieza a repoblar las extremaduras de los reinos y tiene lugar un
gran auge de ciudades de la retaguardia de las mismas, especialmente de Guimarães
(Braga), la propia Braga (Portugal), Palencia, Zamora y Valladolid. En 1099 se
reconoce definitivamente la dignidad metropolitana a la sede episcopal de Braga;
es decir, que su arzobispado es capital de la provincia eclesiástica de
Portugal (mientras que Santiago de Compostela, que en 1104 logra la dignidad
arzobispal, será cabeza de la provincia leonesa desde 1120-1124).
Paralelamente,
entre el 1085 y el 1118, además de Toledo se ocupa y organiza los principales núcleos
fortificados del sector central de la zona norte del Tajo: Talavera de la Reina,
Maqueda y Escalona (Toledo), Madrid, Talamanca de Jarama (Madrid), Uceda, Guadalajara,
Hita (Guadalajara), Atienza y Medinaceli (Soria). Y se funda Buitrago cerca del
paso de Somosierra (Madrid).
Por
otro lado, aunque casi todos los musulmanes emigran del sector central del Tajo,
en algunas zonas pervive algo de la población anterior; especialmente en
Toledo, donde a los mozárabes preexistentes se añaden muchos más y muchos judíos
de Alandalús, sobre todo hacia 1147, cuando los moros almorávides pierden
Calatrava (Ciudad Real). También se produce una fuerte inmigración castellana
y «franca» (los francos eran en su mayoría clérigos, artesanos y
mercaderes). Antes de que acabe el siglo se funda o mejora en la zona un
centenar de aldeas controladas por propietarios de Toledo.
Ejemplo
de esa población mozárabe es la donación por Alfonso VII, en 1146, de
Alhober (probablemente Añover de Tajo) y la villa de Puercas (?) a varios
vecinos de Toledo, sin duda mozárabes por sus nombres. Entre ellos estaban «Peidro
Magerido» y «Juliano de Magerido» (Magerit = Madrid) [28],
cuyos nombres, cristiano y latino respectivamente, denotan tal vez una menor
influencia del elemento germánico.
Paralelamente,
al norte del Sistema Central la repoblación de las zonas rurales continúa
hasta la segunda mitad del siglo XII, y durante la misma se funda además
algunos núcleos importantes, como Alba de Tormes, Ledesma, Ciudad Rodrigo,
Béjar y Miranda del Castañar, en Salamanca. Los colonos proceden de Galicia,
León, Castilla y Navarra.
Once
años después de la rendición de Toledo, en 1096, Pedro I de Aragón y de
Navarra empieza la conquista del valle medio del Ebro, ocupando Huesca
(1096) y Barbastro (Huesca, c 1100). Se restablece entonces el obispado de
Huesca en esta ciudad.
En
el sitio de Huesca tuvo que luchar el aragonés, auxiliado por las huestes de
sus vasallos Fortuño y Sancho Vida, no sólo contra el rey Mostaín de
Zaragoza, sino también contra los condes García Ordóñez de Nájera, ya
citado, y Gonzalo Núñez de Lara (Lara de los Infantes es una villa de Burgos).
Vida, antiguo antropónimo, es hoy un apellido principalmente andaluz, pero
también existe en Aragón y Levante.
En
1101, Armengol V «el
de Mollerusa»,
conde de Urgel, gana Balaguer (Lleida),
conquista que, junto con la de Zaragoza en 1118, abre el camino al sur del Ebro.
Le
llamaron de Mollerusa (Lérida) porque murió en esta población, donde estaba
de paso. Muchos reyes, condes y aun nobles importantes tienen un apodo,
que a menudo hace las veces de apellido, para identificar mejor al personaje. Al
fin y al cabo, no es otro el origen de los apellidos apódicos.
c.
De
la caída de Zaragoza a la conquista de Lérida (1118-1149)
Como
hemos adelantado, tras la consolidación de San Esteban de Gormaz y Medinaceli
(Soria, 1104) y la fundación del Burgo de Osma (ibídem), el naciente siglo XII
ve rendirse también Zaragoza ante Alfonso I de Aragón (1118), quien ese
mismo año restaura el obispado de esta ciudad. Así mismo, en los años
siguientes, el rey conquista Tudela (Navarra, 1119) y otras poblaciones
zaragozanas: Tarazona y Borja (1119) y Calatayud y Daroca (1120).
Testigo
del fuero de ésta, en 1142, fue, por ejemplo, «Martin de Luzan» (¿de Luján,
Huesca?) [29].
Y en 1124, el rey da unas casas en Zaragoza a Fortún Garcés Cajal («Fortunio
Garcez Caxal»),
conde de Nájera [30].
A juzgar por su apellido, debía de ser Fortún hijo de un Garci(a); y en el
municipio de Sariñena (Huesca), hay un monte con unas casas llamado Cajal [31].
Por
otro lado, Alfonso organiza además el territorio soriano y mejora su población,
para controlar los accesos al valle medio del Ebro: Soria (1119), Ágreda, Deza
(Soria), Ariza (Zaragoza), Almazán y Berlanga de Duero (Soria).
Como
no había suficientes aragoneses y navarros para repoblar todo el territorio
reconquistado en Aragón, se acordó la permanencia por capitulación de casi
todos los musulmanes de las zonas rurales. También se quedaron judíos y
cristianos mozárabes, número el de éstos que aumentó mucho cuando, de
su campaña por tierras murcianas, granadinas y cordobesas (1125-1126), volvió
Alfonso con muchos mozárabes. Y aún tuvo fuerzas el rey para tomar Molina de
Aragón (Guadalajara, 1129). En el siglo XII entraron también en tierras
aragonesas muchos «francos»;
en especial bearneses, gascones y normandos.
Aunque
la resistencia de los musulmanes almorávides hubiese logrado retrasar unas décadas
el avance de la conquista cristiana, entre 1118 y 1156 también Castilla y León
aprovecha la decadencia de éstos para consolidar y ampliar su dominio
territorial: Sigüenza (tomada en 1124), Molina de Aragón (señorío de los
Lara desde 1136), Atienza, Hita, Guadalajara, Alcalá de Henares y Brihuega
(Guadalajara) se organizan con el sistema de «ciudad
y tierra».
Molina
pasa a manos de Manrique (Pérez) de Lara –hijo del conde de Lara Pe(d)ro González–,
que se titula Conde de Molina y repuebla la tierra con castellanos viejos,
debido a las diferencias entre Alfonso VII de Castilla y Ramiro II de Aragón.
El
rey castellano conquistará también Colmenar de Oreja (Madrid, 1139) y Coria (Cáceres,
1142) y, cinco años después, Calatrava (Ciudad Real, al sur del río
Guadiana). Consecuencia de ello es que, en los años 1140, empieza la colonización
al mediodía del Tajo (Oreja, Zorita y Uclés) y aun en la cuenca del Guadiana
(Calatrava y Consuegra desde 1147). No obstante, y pese a la conquista y
repoblación de Coria en 1142, debido a la inseguridad, la colonización de
Talavera y su tierra (Toledo) se retrasa y es menos intensa (sobre todo al sur
de ese río [La Jara]).
Unos
años después, la difícil situación de Calatrava hará que dos monjes
cistercienses, Raimundo de Fitero –natural probablemente de Saint Gaudens (Cominges,
Francia) y abad del monasterio de esa villa navarra– y el noble Diego Velázquez,
al parecer de la Bureba, creen la Orden de Calatrava (1158). Repárese en que
Raimundo debió de cambiar de apellido, lo que indica con qué facilidad
se podía hacer en la época a tenor de las circunstancias.
Aquel
mismo año 1147, Alfonso I de Portugal –reconocido reino por Alfonso VII–
ocupa Santarem y Lisboa, a orillas del Tajo, y a poco empieza la
repoblación de las tierras vacías al sur de Coímbra: Leiría, Ourem, Torres
Vedras… Lisboa y Santarem, donde permanecen mozárabes y algunos musulmanes,
se pueblan con portugueses y «francos» (europeos) de otros países.
Paralelamente,
en Cataluña, abandonada Tarragona por los moros, en 1118 se empieza a
restaurar de iure la provincia eclesiástica tarraconense. Desde 1129, el
obispo Oleguer de Barcelona –nombre germánico– y el jefe militar normando
Robert Bordet o d’Aculley (Culley) repueblan lentamente Tarragona y su
comarca. Posteriormente, en 1148, el rey de Aragón y conde de Barcelona Ramón
Berenguer IV conquista Tortosa en la desembocadura del Ebro (Tarragona).
Y
el año siguiente cae también Siurana, en el Priorato, cuyos castillo, villa y
términos son entregados a un noble que se distinguió en su toma: Bertran de
Castellet (entidad ésta del muncipio de La Gornal, en el Alto Penedés,
Barcelona) [32].
Tuvo Bertran un hijo de su mismo nombre y apellido.
Así
mismo, en 1149 pasan también a manos de catalanes y aragoneses Lérida
–cuya sede episcopal se restaura plenamente– Fraga (Zaragoza) y Mequinenza (ídem),
en la confluencia del Segre, el Cinca y el Ebro. Termina así, en sus líneas
generales, la reconquista de la actual Cataluña. Una parte de la población
anterior permanece en el territorio y se coloniza con bastante lentitud las
comarcas próximas a las poblaciones conquistadas. Se consolida Cervera (Lérida)
y se repuebla la Conca de Barberà (Montblanch
y L'Espluga de Francolí, en
Tarragona).
Como
ejemplo del proceso de colonización, en 1148 Ramón Berenguer IV da el alodio
de L'Espluga Calba (Lérida) a su
baile «Porcel
de Cervera»,
a «Bivas
de Cruzilada»,
Guillem Bertran, Arnau Bosquet y Mir de Fluvià. Este apellido parece proceder
del nombre de un castillo del término de Sant Esteve de Palautordera
(Barcelona) [33].
Cervera está a unos 39 km al NE de L’Espluga y existe como apellido en la
comarca y en otras cercanas. Cruzilada podría ser una alteración de La Guàrdia
Lada (Lérida), a unos 26 km al NE de L’Espluga. En cuanto a Mir, aunque no
sea muy frecuente, también existe, como apellido, en la zona. Y hay una entidad
llamada Bosquet (bosquecillo) en Mont-ral (Alto Campo de Tarragona), a unos 24
km al S-SE de L’Espluga, que puede proceder del apellido o haber originado
parte de sus linajes, pues Bosquet es proporcionalmente recurrente en las
comarcas del Tarragonés y el Bajo Campo de Tarragona. Así pues, puede que una
parte de los repobladores de L’Espluga Calva procediese, a corto plazo, de
zonas cercanas, al este de la misma.
Simultáneamente,
desde los años cuarenta del siglo XII, Aragón conquista y puebla con
aragoneses, navarros y castellanos el macizo de Teruel y el Bajo Aragón. Parece
que no quedaron allí mozárabes ni musulmanes.
d.
Conquistas
bajo la presión almohade (1157-1211). Extensión del uso hereditario del
apellido entre los nobles
En
1157 se puebla Alcañiz (Teruel), que en 1179 pasa a la citada Orden de
Calatrava (institución que dirigió la colonización de gran parte del
territorio). Por su parte, el caballero Pedro Ruiz de Azagra, hijo del Señor de
Estella Rodrigo (o Ruy) de Azagra –Azagra es una villa navarra–, recibe la
taifa de Albarracín (Teruel) del rey de Murcia Ibn Mardanish Lope y, a
partir de 1169, la puebla sobre todo con navarros.
Parece
que es en el siglo XII cuando se extiende entre los nobles, al menos entre los
varones, el uso hereditario de la parte toponímica del apellido para
indicar el linaje. En cambio, a la mujer se la identificaba aún muchas veces
sin decir su patronímico, sino solamente de quién era esposa.
Entre
los años 1157 y 1230, coincidiendo más o menos con un período de división
entre los reinos cristianos y la presión de los moros almohades, la colonización
interior de los reinos de Castilla y León, desde Galicia a Guipúzcoa y desde
Asturias al Duero, alcanza su máxima intensidad: población de Castro Urdiales
(Cantabria, 1163), Benavente (Zamora, 1164), Pancorbo (Burgos, 1176), Valencia
de Don Juan (León, c 1181), Vitoria (1181-1202), San Sebastián
(1186-1193), Laredo (Cantabria, 1190), Villafranca del Bierzo (León, 1192),
Betanzos (La Coruña, 1201), Frías (Burgos, 1202), Llanes (Asturias, 1206), La
Coruña (1208), Ponferrada (León) y Guetaria (Gipuzkoa,
1209)… El estado jurídico de los pobladores mejora notablemente, y a menudo
se les concede ventajosos fueros. Por otro lado, Álava y Guipúzcoa se
incorporan a Castilla en el reinado de Alfonso VIII (1158-1214).
Así
mismo, se hace conquistas y repoblaciones en las márgenes oriental y occidental
castellano-leonesas: en tiempos de Alfonso VII de Castilla (1158-1214) se toma Cuenca,
en La Mancha (1177), y Alarcón (Cuenca, 1184); y dos años más tarde se funda
Plasencia (Cáceres) y se conquista Iniesta (Cuenca). Otrosí, paralelamente, en
Portugal, pasada ya la mitad del XII, Alfonso I Henriques (hijo de Enrique de
Borgoña) conquista por primera vez Alcácer do Sal (Setúbal, 1158) y, veinte años
después, el infante Sancho toma Beja (1178). Los portugueses repueblan
la Beira Baja (centro de Portugal), cuya colonización, así como la del
Alentejo (al sur del Tajo), intensifica Sancho I desde 1185 con ayuda de las órdenes
militares.
En
1189, en Cuenca, el comendador Pedro García («Petrus
Garcie»)
compró unos molinos a «don
Andres»,
y fueron exterminadores –es decir, apeadores– «SanDantin»
(¿San[t] Antín? [34])
y «don
Pascual, el clerigo de Sanctj Iohanes»,
y testigos «Belaio»
(Pelayo), «don
Iohanes
de Torres; don Mames; Iohan Pedro; Iohan
Belasco»
y «Pedro
Domingo»
[35].
La variante Belayo podría proceder del reino de León (aparte de Cantabria, en
el norte de España el apellido Pelayo es recurrente en Zamora, y hay sendas
poblaciones Velayos en Salamanca y Ávila). También Mamés podría proceder de
ese reino pues hoy es, como apellido, recurrente en la provincia de León y en
Asturias. Nótese que sólo cuatro o cinco de las diez personas mencionadas
llevan propiamente apellido, y que tres de ellas tenían el mismo nombre. Está
claro que en el documento se apellida a los Juanes, mencionando a su padre, para
aclarar quiénes eran. En cambio, en muchos otros casos, como los de Andrés,
Belayo y Mamés, bastaba decir el nombre para identificarles.
Poco
antes, en Aragón, Alfonso II había tomado Caspe (Zaragoza, 1172) y el valle
del Alfambra (Teruel), y fundado Teruel (1171). El rey dio esta población
en feudo a Berenguer de Entenza, hijo de Ponce Hugo de Entenza –señor de
Alcolea (de Cinca, Huesca)– [36],
cuyo linaje procedía de Antenza (Benabarre, en la misma provincia). Así mismo,
en 1174 se repuebla Alcalá de la Selva (Teruel) y la propia Alfambra, que luego
pasarán a la Orden del Templo. Tras la colonización de Teruel, en Cataluña,
en los años 70, se repuebla en Tarragona las zonas montañosas próximas a la
desembocadura del Ebro (Miravet, Gandesa, Horta y Ascó), donde había
permanecido bastante población musulmana. El delta del río no será repoblado
con cristianos hasta mucho después (Amposta, bajo Jaime I [1213-1276]).
Paralelamente, Navarra consolida la frontera con Castilla, sobre todo en el último
tercio del siglo XII: fundación de La Guardia (1164), Los Arcos (1175) y Viana
(1219).
Pulsa aquí si quieres ir a la SEGUNDA PARTE de este estudio (160 kb), o escoge abajo el apartado que te interese:
3.
Predominio
cristiano (1212-1492). Se va haciendo hereditario el uso del
apellido en toda la sociedad
(http://ww.tusapellidos.com/apellidos_migrac2.htm)
a.
De
la batalla de
Las Navas a la reconquista del Guadalquivir (1212-1262)
1) De
Las Navas a la rendición de Valencia (1212-1238)
2) De
la anexión de Murcia a la conquista de Cádiz (1243-1262)
b.
De
la estabilización de la frontera a la toma de Granada (1263-1492)
1) De
la repoblación de Cádiz a la anexión de Sicilia (1262-1397)
2) De
la conquista de las Canarias a la rendición de Granada (1402-1492) (actualizado
el 14-II-2004)
Conclusión
(actualizada
el 9-IV-2004)
ILUSTRACIONES
ampliables
Conquista
de Andalucía, entre 1230 y 1344
Vota por este sitio en Las 100 en Genealogía en español:
La música de esta página, cuya letra en gallego antiguo puedes ver abajo, es la cantiga de Santa María n.º 50 de Alfonso X el Sabio (1252-1284). Referida a la encarnación de Cristo, Non deve null'ome desto per ren dultar significa que «nadie –ningún hombre– debe de esto dudar en modo alguno».
Esta
é de loor de Santa Maria, que mostra
por que razon encarnou nostro sennor en ela.
Non
deve null' ome desto per ren dultar
que Deus ena Virgen vo carne fillar.
E dultar non deve, por quanto vos direi,
porque, se non foss' esto, non viramos Rei
que corpos e almas nos julgass', eu o sei,
como Jeso-Cristo nos verrá joigar.
Non
deve null' ome desto per ren dultar...
Nen d' outra maneira non viramos Deus,
nen amor con doo nunca dos feitos seus
ouveramos, se el non foss', amigos meus,
tal que nossos ollos o podessen catar.
Non
deve null' ome desto per ren dultar...
Ca Deus en ssi mesmo ele mingua non á,
nen fame nen sede nen frio nunca ja,
nen door nen coyta; pois quen sse doerá
del, nen piadade averá nen pesar?
Non
deve null' ome desto per ren dultar...
E poren dos ceos quis en terra decer
sen seer partido nen menguar seu poder;
e quis ena Virgen por nos carne prender,
e leixou-ss' encima, demais, por nos matar.
Non
deve null' ome desto per ren dultar...
Onde come a Deus lle devemos amor
e come a Padre e nosso Criador,
e come a ome del coyta e door
avermos de quanto quis por nos endurar.
Non
deve null' ome desto per ren dultar...
E a Santa Virgen, en que ss' el ensserrou,
de que prendeu carne e por madre fillou,
muit' amar devemos, ca per ela mostrou
todas estas cousas que vos fui ja contar.
Non deve null' ome desto per ren dultar...
[1]
Omito
casi por entero los de judíos y musulmanes, por ser temas que, al menos de momento, no
puedo tratar. En este trabajo, las frases que se refieren a los apellidos
van en color gris, en párrafo aparte –salvo a veces en la sección I–
con una sangría por la izquierda.
[2] Ver Faure, Roberto; Ribes, M. Asunción; y García, Antonio: Diccionario de apellidos españoles, Espasa-Calpe, Madrid, 2001.
[3] Ver Cabeza Quiles, Fernando: Os nomes de lugar, p. 113, Edicions Xerais de Galicia, Vigo, 1992.
[4] Ver Granville Price (dir.): Enciclopedia de las lenguas de Europa, p. 510, Edit. Gredos, Madrid, 2001.
[5] Ver Faure, Roberto; y otros: o.c.
[6] Ver Riu Riu, Manuel: Edad Media (711-1500), Espasa-Calpe, Madrid, 1989. Y para los principales datos sobre las conquistas y repoblaciones, ver Martínez Ruiz, Enrique; y Maqueda, Consuelo (coords.): Atlas Histórico de España I, Ediciones Istmo, Tres Cantos (Madrid), 2000.
[7] Cop. a) del Archivo Histórico Nacional, Docs. de Lugo 387, en: Floriano Cumbreño, Antonio C.: Diplomática española del período astur, Estudio de las fuentes documentales del Reino de Asturias (718-910), I. «Cartulario crítico, Primera parte (desde Pelayo a Ordoño I)», p. 44, Instituto de Estudios Asturianos, Oviedo, 1949.
[8] García Larragueta, Santos: Colección de documentos de la Catedral de Oviedo, p. 4, Instituto de Estudios Asturianos, Oviedo, 1962.
[9] Cf. Moll, Francesc de Borja: Els llinatges catalans (Catalunya, País Valencià, Illes Balears), pp. 22 s., Edit. Moll, Mallorca-Barcelona, 1982.
[10] Guifré en catalán (del germánico Giffrid). Cf. los apellidos Gifre y Gifreu.
[11] El nombre del primer conde, Oriol (Aureolo), es hoy apellido catalán.
[12]
Ver Floriano Cumbreño, Antonio C.: o.c.,
I, n.º 31, pp. 159-60 –disponible en http://clio.rediris.es/fichas/mede_rpi.htm–
y una transcripción al castellano del fuero en http://vacarizu.com/Cuadernos/Cuaderno_10/Los_foramontanos.htm.
[13]
¿Error por caballarius, caballero?
[14] Ver Godoy Alcántara, José: Ensayo histórico etimológico filológico sobre los Apellidos castellanos, p. 76, Imprenta de M. Rivadeneyra, Madrid, 1871.
[15] Font Rius, José M.ª: Cartas de población y franquicia de Cataluña, «I. Textos», p. 9, Madrid-Barcelona, 1969.
[16] Repoblada por el conde Vimara Pérez o Peres.
[17] Ver Muñoz Romero, Tomás: Colección de fueros municipales y cartas pueblas de los reinos de Castilla, León, Corona de Aragón y Navarra, Madrid, 1847, citado en Díez Melcón, Gonzalo: Apellidos castellano-leoneses (siglos XI-XIII, ambos inclusive), Universidad de Granada, Monachil, 1957; y el citado fuero en Manuel Rodríguez, M. de: Memorias de San Fernando, pp. 523-524, recogido en http://www.ih.csic.es/departamentos/medieval/fmh/melgar.htm.
[18] Godoy Alcántara, José: o.c., p. 77.
[19] Fol. 183 del becerro. Citado en Godoy Alcántara, José: o.c., p. 249.
[20] Ver Faure, Roberto; y otros: o.c.
[21] Cf. Ruiz Agulló, Ricardo; y cols.: Nomenclátor comercial Pueblos de España, 15.ª edic., Madrid, 1997.
[22] Balari Jovany, José: Orígenes históricos de Cataluña, vol. 2, pp. 337 y 356 2. edic., Sant Cugat del Valls (Barcelona), 1964.
[23]
Que puede ser una variante de Folquet, diminutivo del antropónimo Folc, o
tal vez significar helechal.
[24] Ver Serrano, OSB, Luciano: Cartulario de San Millán de la Cogolla, Madrid, 1930, citado en Díez Melcón, Gonzalo: o.c.
[25] Ver Serrano, OSB, Luciano: o.c., citado en Díez Melcón, Gonzalo: o.c.
[26] Cerca probablemente de Cardeñosa de Volpejera y Villaverde de Volpejera (Villamuera de la Cueza), en Palencia.
[27]
Font Rius, José M.ª: o.c., p.
64. Cf. http://www.weblandia.com/castillos/toponimia.htm.
[28] Godoy Alcántara, José: o.c., p. 91.
[29] Godoy Alcántara, José : o.c., p. 123.
[30] Lacarra, José M.ª: Documentos para el estudio de la reconquista y repoblación del Valle del Ebro (Primera serie), p. 36, Zaragoza, 1946.
[31] Cf. Gascón Sánchez, J. Antonio: «En torno a Santiago Ramón y Cajal», en Serrablo, n.º 88, 1993, disponible en http://www.serrablo.org/revista/s88/s88a7.html.
[32] Balari Jovany, José: o.c., p. 331.
[33] Balari Jovany, José : o.c., p. 344.
[34]
En Leiva (La Rioja) había una ermita de San Antín.
[35] Archivo Histórico, Orden de Santiago, Hospital de Cuenca, caja 99, núm. 5. Citado en Menéndez Pidal, Ramón: Documentos lingüísticos de España, «I. Reino de Castilla», doc. 308, p. 417, Centro de Estudios Históricos, Madrid, 1919. Las cursivas indican que son letras reconstruidas sobre las abreviaturas del original.
[36]
Ponce era hijo del Conde de Ampurias Hugo III, de donde su apellido Hug(o).
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